Mis manos francas y sigilosas
Acarician tu cuerpo poseído,
Recorren traviesas y voluptuosas,
Cada parte de tu ser enaltecido.
Las tuyas sobre mi espalda transitan.
Acertado presagio de roces aclamados.
Nuestras bocas al fin nos necesitan,
Y se buscan en besos lentos y apasionados.
Resbalan nuestros labios por la piel,
Se estremecen los sentidos con el tacto.
Tus brazos me recorren otra vez
Y escapa un gemido brioso y exhausto.
El espejo nos mira silencioso,
Y nos devuelve una imagen instintiva.
Un solo cuerpo entonces, bullicioso,
Se abraza a nuestra ilusión lasciva.
El deseo nos domina con más fuerza,
Nuestras mentes se deshacen, extraviadas;
Nuestros cuerpos se atraen con más firmeza,
Y se provocan nuestras bocas enlazadas.
Las palabras nos llevan a un auge portentoso,
Y se hacen incontrolables los quejidos de fruición.
En un momento, los ríos manados de lo glorioso,
Rebosan por nuestros muslos desbordados de pasión.
Aprovechamos cada segundo de placer,
Y regalamos al aire los afanes vividos.
Juntos, abrazados, veremos amanecer,
Y volveremos entonces a encender nuestros sentidos.
Acarician tu cuerpo poseído,
Recorren traviesas y voluptuosas,
Cada parte de tu ser enaltecido.
Las tuyas sobre mi espalda transitan.
Acertado presagio de roces aclamados.
Nuestras bocas al fin nos necesitan,
Y se buscan en besos lentos y apasionados.
Resbalan nuestros labios por la piel,
Se estremecen los sentidos con el tacto.
Tus brazos me recorren otra vez
Y escapa un gemido brioso y exhausto.
El espejo nos mira silencioso,
Y nos devuelve una imagen instintiva.
Un solo cuerpo entonces, bullicioso,
Se abraza a nuestra ilusión lasciva.
El deseo nos domina con más fuerza,
Nuestras mentes se deshacen, extraviadas;
Nuestros cuerpos se atraen con más firmeza,
Y se provocan nuestras bocas enlazadas.
Las palabras nos llevan a un auge portentoso,
Y se hacen incontrolables los quejidos de fruición.
En un momento, los ríos manados de lo glorioso,
Rebosan por nuestros muslos desbordados de pasión.
Aprovechamos cada segundo de placer,
Y regalamos al aire los afanes vividos.
Juntos, abrazados, veremos amanecer,
Y volveremos entonces a encender nuestros sentidos.
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